10.07.2008

Hoy y hace tres años

Me desperté con un dolor de cabeza descomunal. Bajé a la cocina y puse el agua para el café. Había una caja de galletas de chocolate medio soggies que me comí sin muchas ganas. Sonó el teléfono: le hablaban a mi mamá para invitarla a un ciclo de conferencias con motivo del "Día Mundial de la Menopausia". Tomé los datos, aún sabiendo que no asistiría.
Luego llamó mi abuela, para preguntar cómo estaba. Y me acordé, no se por qué, de una cancioncilla que cantaba mi abuelo cuando salía a la terraza a fumar su pipa:

Cuando en los mares perdido estuve
dentro del agua cerca de un mes
he visto peces tan chiquititos
como la punta de un alfiler..

He visto atunes, grandes ballenas
y otras mil cosas que hay en la mar
unas saladas, otras muy sosas
y otras que fritas, ni fu ni fá..

Cuatro boqueroncitos diéronme de comer
y una sardina arenque, me sirvió el café
viendo que me abrasaba, "¡Agua, por Dios!" pedí
y un camarón me dijo "Eso sí que no hay aquí".


La tetera empieza a silbar desesperada indicando que el agua ya está hirviendo. Cafetera chica: dos cucharadas copeteadas de Café Colón (100% Gourmet de Coatepec, Ver.), poner la tapa, bajar el pistón, y ¡oh! el elixir mañanero empieza a surtir efectos.
Mi dolor de cabeza continúa. No he comprado analgésicos. Tendré que aguantar.

Encontré una agenda de Pablo Neruda del 2005. Ahí, según yo, empezaría un diario. Esta es la entrada del 18 de enero:

Cama fría, sueñas libertad, cosmogonía desmayada,
árboles expertos en el arte de esperar
señoras otoñales toman té de olvido mientras platican
de "aquellos tiempos".
Mariposas opacas como augurio de las tormentas
pescan recuerdos en las lagunas de la luna.
Pesan las heridas deseosas de delirio,
se encarnan en la mirada de aquellos
balaceados por la traición de las doce de la noche.
Mientras los minutos enflacan, las horas se hacen gordas
y los segundos simplemente.. ya no están ahí.
A lo lejos se ven palmeras
ebrias de flores
y cocos, como bolas de boliche ruedan por el sendero arenoso
y danzan con la espuma.
Las ardillas escuchan. Las ardillas escuchan a Zeus y Hera discutir.


Entrada pseudofilosófica del 27 de enero:

¿Cómo aliviar la raquítica grandeza que es el ser? Para comprender la inutilidad de la existencia habría que figurarse en la no-existencia, lo cual, a los ojos de cualquier persona que exista es prácticamente una utopía.
El darse cuenta de que no hay un motivo, una razón por la cual se es, implica siempre una serie de cuestionamientos sin rumbo.
Si existe un fin en la existencia, tal vez lo podríamos descubrir en la no-existencia, pero estaríamos entonces, en otra disyuntiva. Si no existo, no pienso en la existencia por la única razón de que no soy. Cogito ergo suum.
Sería luego una necedad el preguntarse por qué uno es, en vez de no-ser; pero también en realidad es más absurdo el ser que el no-ser. Al final, la conclusión es y no es.

Continúa el siguiente día la disertación:

Si hay algo que es y nos puso aquí, parecería que somos por alguna razón. Al darnos, además de la existencia, una mente que nos permite cuestionar los motivos de las cosas que suceden y de las cosas que son, entonces ese algo que es y quiere que seamos por determinado tiempo, quiere también que nos preguntemos el motivo de ser.
¿Será acaso que una piedra, por ejemplo, es y existe, o más bien, no es pero existe? ¿Cuál es la relación entre el ser y el existir? ¿Puede algo no existir pero sí ser? ¿Puede algo dejar de ser pero no dejar de existir? Cuando estamos inconscientes, ¿dejamos de ser, o dejamos de existir?
¿El que es, es por que existe o el que existe existe por que es?

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